lunes, 9 de diciembre de 2013

Hoy comparto este fragmento de "Sin tregua", poema de Almafuerte... 
Es acaso la única estrofa que me gusta, pero siempre la tengo presente y  me hace sentir un poco más libre, un poco más liviana, y encantadoramente utópica..
 


"Llénate de ambición, ten el empeño;
ten la más loca, la más alta mira;
no temas ser espíritu, ser sueño,
ser ilusión, ser ángel, ser mentira.
La verdad es un molde, es un diseño
que rellena mejor quien más delira!"




miércoles, 27 de noviembre de 2013

Inesperada y mágicamente



Me gusta cuando esos mundos en los que me sumergen las letras, esos que me despiertan, me interpelan,  me embelesan y me hacen parte,  de pronto, inesperada y mágicamente, se tocan…

   Me lo habían anticipado, yo llegue a una feria de libros buscando comprar Rayuela para hacer un regalo, y como no lo tenía,  el  vendedor me ofreció Cien años de Soledad… Me dijo que García Márquez  y Cortazar habían sido amigos, y que incluso en esta novela, Gabriel mencionaba a Rocamadour. 

   Yo compré el libro porque era otro de esos libros que siempre había querido leer, pero creí, desconfiada, que el vendedor me había dicho cualquier cosa. ¿Qué tendría que ver Rocamadour con Macondo y la estirpe de los Buendía? ¡Imposible!

   Escalofrío en la piel, humedad en los ojos, complicidad y emoción  en el alma, admiración en el pensamiento, gratitud en el corazón… fueron, creo, algunas de las sensaciones que me atravesaron cuando, leyendo Cien años de soledad, me encontré con este fragmento. 


   Yo conocí esa habitación, el humo del cigarrillo y los discos de jazz… yo lloré en esa habitación y me enojé para siempre con Oliveira…   


   Le llaman dialogismo, yo creo que es una genialidad,  un acto de amor, de reconocimiento, de memoria…  quien no haya leído Rayuela antes,  quizás no haya podido  sentir de pronto a ese magnífico portal abrirse, hermanando a estas dos magníficas obras, acaso las más magníficas de todos los tiempos.



“Aureliano, por su parte, no tenía más contacto con el mundo que las cartas del sabio catalán, y las noticias que recibía de Gabriel a través de Mercedes, la boticaria silenciosa. Al principio eran contactos reales. Gabriel se había hecho reembolsar el pasaje de regreso para quedarse en París, vendiendo los periódicos atrasados y las botellas vacías que las camareras sacaban de un hotel lúgubre de la calle Dauphine. Aureliano podía imaginarlo entonces con un suéter de cuello alto que sólo se quitaba cuando las terrazas de Montparnasse se llenaban de enamorados primaverales, y durmiendo de día y escribiendo de noche para confundir el hambre, en el cuarto oloroso a espuma de coliflores hervidas donde había de morir Rocamadour.”

domingo, 8 de septiembre de 2013

Cantando Puentes MC Alan Garvey.mp4



Anoche me encontré escuchando, aplaudiendo, admirando y emocionándome con un niño que, en medio de sus canciones que cantaban dolor y amor, me inundó de ternura al empezar a cantar un poema que siempre me ha gustado mucho, justamente el primero que compartí en este espacio.
 Alan Garvey tiene 11 años y vive en la villa Carlos Gardel, en Buenos Aires, participó en Diagnóstico Esperanza (película de César González) y es un alquimista de la vida.
En su voz, este poema expande todo su esplendor hasta estallar en la luz más clara, más simple, más de vida y más de amor, resignificándose en mí y trascendiendo todas las complejidades y diversidades para pronunciar la más genuina intensión de amor, verdad y justicia.
El canta puentes y  yo quiero vivir para cruzarlos a todos.

domingo, 27 de enero de 2013

No se si alguna vez les ha pasado a ustedes... enamorarse de las letras que escribe este hombre!

  Llegué a este poema hojeando un libro de Benedetti que encontramos con Lucre, lleno de tierra en una caja olvidada en el telecentro.. Qué hermoso! Tuve que volver a leerlo una que vez que llegue al final, para disfrutarlo más.. 
  Semanas después, me encontré en un supermercado de Montevideo charlando con el señor de las frutas y mencionándole este poema de Mario.. 
Me dice "eso es acá, en el Jardín Botánico, te tomás el 121 en la esquina de los hospitales y te deja en la puerta..." y para allí me fui, entusiasmada, libre y gozosa de animarme a hacer algo sola en una ciudad desconocida.. Así llegué a tan delicioso parque, lleno de árboles y arbustos, plantas acuáticas, flores, unas señoras respirando la frescura que prodigan las hojas en las copas y la brisa... unos niños paseando en bicicleta, una parejita tomándose de las manos.. unos raros tronquitos crecidos alrededor de alguna especie de pino magestuoso e imponente...Un muchacho sentado en el pasto, espalda con espalda con un árbol y un libro entre las manos... 
y el fantasma de Benedetti, sonriéndome por todos lados.


     A la izquierda del roble...


         

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
en el que uno puede sentirse árbol o prójimo
siempre y cuando se cumpla un requisito previo.
Que la ciudad exista tranquilamente lejos.

El secreto es apoyarse digamos en un tronco
y oír a través del aire que admite ruidos muertos
cómo en Millán y Reyes galopan los tranvías.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico siempre ha tenido
una agradable propensión a los sueños
a que los insectos suban por las piernas
y la melancolía baje por los brazos
hasta que uno cierra los puños y la atrapa.

Después de todo el secreto es mirar hacia arriba
y ver cómo las nubes se disputan las copas
y ver cómo los nidos se disputan los pájaros.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
ah pero las parejas que huyen al Botánico
ya desciendan de un taxi o bajen de una nube
hablan por lo común de temas importantes
y se miran fanáticamente a los ojos
como si el amor fuera un brevísimo túnel
y ellos se contemplaran por dentro de ese amor.

Aquellos dos por ejemplo a la izquierda del roble
(también podría llamarlo almendro o araucaria
gracias a mis lagunas sobre Pan y Linneo)
hablan y por lo visto las palabras
se quedan conmovidas a mirarlos
ya que a mí no me llegan ni siquiera los ecos.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero es lindísimo imaginar qué dicen
sobre todo si él muerde una ramita
y ella deja un zapato sobre el césped
sobre todo si él tiene los huesos tristes
y ella quiere sonreír pero no puede.

Para mí que el muchacho está diciendo
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico

ayer llegó el otoño
el sol de otoño
y me sentí feliz
como hace mucho
qué linda estás
te quiero
en mi sueño
de noche
se escuchan las bocinas
el viento sobre el mar
y sin embargo aquello
también es el silencio
mírame así
te quiero
yo trabajo con ganas
hago números
fichas
discuto con cretinos
me distraigo y blasfemo
dame tu mano
ahora
ya lo sabés
te quiero
pienso a veces en Dios
bueno no tantas veces
no me gusta robar
su tiempo
y además está lejos
vos estás a mi lado
ahora mismo estoy triste
estoy triste y te quiero
ya pasarán las horas
la calle como un río
los árboles que ayudan
el cielo
los amigos
y qué suerte
te quiero
hace mucho era niño
hace mucho y qué importa
el azar era simple
como entrar en tus ojos
dejame entrar
te quiero
menos mal que te quiero.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero puedo ocurrir que de pronto uno advierta
que en realidad se trata de algo más desolado
uno de esos amores de tántalo y azar
que Dios no admite porque tiene celos.

Fíjense que él acusa con ternura
y ella se apoya contra la corteza
fíjense que él va tildando recuerdos
y ella se consterna misteriosamente.

Para mí que el muchacho está diciendo
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico

vos lo dijiste
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
sólo de a ratos parecía
que iba a vivir
que iba a vencernos
pero los dos fuimos tan fuertes
que lo dejamos sin su sangre
sin su futuro
sin su cielo
un niño muerto
sólo eso
maravilloso y condenado
quizá tuviera una sonrisa
como la tuya
dulce y honda
quizá tuviera un alma triste
como mi alma
poca cosa
quizá aprendiera con el tiempo
a desplegarse
a usar el mundo
pero los niños que así vienen
muertos de amor
muertos de miedo
tienen tan grande el corazón
que se destruyen sin saberlo
vos lo dijiste
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
y qué verdad dura y sin sombra
qué verdad fácil y qué pena
yo imaginaba que era un niño
y era tan sólo un niño muerto
ahora qué queda
sólo queda
medir la fe y que recordemos
lo que pudimos haber sido
para él
que no pudo ser nuestro
qué más
acaso cuando llegue
un veintitrés de abril y abismo
vos donde estés
llevale flores
que yo también iré contigo.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
que sólo despierta con la lluvia.

Ahora la última nube a resuelto quedarse
y nos está mojando como alegres mendigos.

El secreto está en correr con precauciones
a fin de no matar ningún escarabajo
y no pisar los hongos que aprovechan
para nadar desesperadamente.

Sin prevenciones me doy vuelta y siguen
aquellos dos a la izquierda del roble
eternos y escondidos en la lluvia
diciéndose quién sabe qué silencios.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero cuando la lluvia cae sobre el Botánico
aquí se quedan sólo los fantasmas.

Ustedes pueden irse.
Yo me quedo.


Mario Benedetti

jueves, 29 de noviembre de 2012

"Sembrar adrenalina es cosechar huesos rotos"


 Cuando era más chica, solía andar en moto... Mi hermana tenía una "dax" que yo usaba como si fuera mía desde los 13 años, o antes quizás también. El viento enredando mi pelo una tarde de verano, acariciando mis brazos y forzándome a cerrar los ojos mientras la agujita del velocímetro marcaba  donde ya no había números, era algo altamente placentero en mis adolescentes días. 
 Tenía a mi copiloto, Eugenia, compañera de ruta, pavadas y accidentes. Recuerdo que una preceptora nos dijo, después del primer choque, que no hay que andar tan apurado. Ella (Silvia) todavía suele andar en una bici con carrito atrás desposeída de relojes, con una calma que entonces me resultaba difícil de comprender, y me preguntó por qué esa ansiedad en el semáforo, por qué esa ansiedad de pasar a los autos, andar tan rápido para ir a dónde? 
 En el segundo accidente, cuando vi a la Juge tirada contra el cordón de la vereda convulsionando tomé conciencia de que nos morimos en un segundo de adrenalina, un segundo de estupidez. Gracias a la suerte, a Dios o a la vida, mi amiga y yo la sacamos barata, como Camilo. 
Les comparto estas líneas, cuando me las leyó Ivon, la cordinadora de un taller de producción pedagógica, pense: "tal cual". Y cuando conocí la historia de este pibe me conmovió y me inspiró muchísimo, muchos sentimientos, muchas ganas de trabajar... pero eso es historia para alguna otra entrada...
Camilo estuvo preso, lo menciono para que se entienda por qué no esperaba la mano que le fue tendida, cuanta grandeza este muchacho con sus reflexiones, gracias poeta!


Huesos que se parten


Todos me dicen que la saqué barata, yo digo que me quiero matar, siempre supe que en la selva hay que estar atento de las bestias, pero nunca pensé que se me iba a cruzar una en medio de un desierto (de tráfico). El palo me lo dí en un cruce tranquilo, nada de avenida, autopista o calles muy transitadas. Un cruce donde pasará un auto cada 3 minutos. Me la puso un camión de costado, misterio o dioses locos, pero por suerte venía con casco al igual que mi acompañante, que tan solo se raspó un poco, yo en cambio fractura con desplazo de tibia y peroné, me van a operar para introducirme un clavo en todo el hueso de la rodilla al tobillo.
Fue un lindo choque, con mucha estética, ya que fue estético ver mi pierna devenida en una S. La música la agregaron mis gritos de desgarro. Admito mi responsabilidad sin penas ni olvido, venía colgado y se te cruza un camión… eso si que es histerisquear con la muerte. El paragolpes me dió en la canilla y la rompió en dos, pero soy conciente que nos podía haber chupado hacia debajo de la carrocería y el panorama hubiese sido de velatorio. El dolor fue zarpado. Llevaba más de un año manejando la moto y nunca había tenido un choque tan fuerte, si muchos avisos, caídas y raspones pero no esta agonia, caí en la trampa genética de creerme macho y que la velocidad y la adrenalina le otorgan a uno la inmortalidad.
La ciudad es una jungla sin ley, los semáforos son disfrazes de nuestra histeria y una metáfora de la producción. Donde a todos nos chupa bien un huevo el otro y donde es inevitable no desear sumarse a esa locura, te brinda mucho poder la velocidad y el poder es muy tentador para nosotros los civilizados. Yo lo choco total lo paga el seguro. Cada día uno se rinde ante el nerviosismo, insultos, ceños fruncidos, gritos, frenadas, bocinazos, más gritos, más bocinazos, ¡apurate que te piso la concha de tu madre! Pero esas son imágenes que aburren denunciarlas, porque ya son parte de nuestra naturaleza . Tan solo queda armar una reflexión y bajar un cambio.
Hoy desde el reposo entiendo la velocidad, hoy desde mi convalecencia comprendo lo acelerado que uno anda. Duele la pierna y estar internado, duele más cuando uno se da cuenta que los accidentes no existen, que todo es causa y efecto, sembrar adrenalina es cosechar huesos rotos, lesiones neurológicas y altos raspones.
¿Hacia donde iba tan apurado? ¿Adonde nos lleva la ansiedad automovilística? ¿y si moría en el accidente? Tanto difundir mi metamosfosis para caer como un gil en las garras de la nafta y el caucho.
Mientras mi pierna era una S y yo gritaba, lloraba y crujía mis dientes por la fractura, alguien me dió la mano que nunca hubiese esperado; un policía me apretó fuerte la derecha con su derecha y me calmó con un; “negro tranquilo te quebraste nomás, la gamba no la perdés” y después me dió agua. Me enseñó mucho y ya no quiero odiar a la policía, al fin de cuentas son victimas y empleados del mismo patrón que dirije a los delincuentes, están perfumados con el mismo barro que los chorros y tienen el alma triste por cumplir una función que es un atraso en la evolución humana.


                                                                                                                Camilo Blajaquis

viernes, 16 de noviembre de 2012

Me quedo con su risa

Este poema solía gustarme más... cuando sus palabras expresaban también mi angustia.

No tiene título, así que me animo a ponerle uno... 
Creo recordar, fue hace tantos años ya, que al mostrarme sus letras me pidió titularlas. Tarde llego a cumplir su encomienda, pero creo que le habría gustado: "Abisal" , porque sé que fue escrito desde las profundidades oscuras del alma, donde nadie debería permanecer más que un instante. 
Tristeza me trae recordarlo permaneciendo en ese dolor...
"ninguna enfermedad es peor,  
 para  un hombre sensible, 
 no estar alegre de su yo".

 Mi viejo, mi papá, que me enseñó a amarme aún con todo lo que él no se amó.
 Yo sí supe estar alegre de su yo, de sus ojos claros, de sus manos fuertes, de su risa buena que me llenaba el alma.
 Más alegría quisiera haberle podido brindar a mi gigante triste de sonrisa noble. 
 Ojalá también me hubiera dejado  un poema de sus ratos de felicidad. Gracias a los dones de la creación puedo recordarlos... jugando conmigo y mis hermanos, armando barriletes extraordinarios, contandome un cuento, saliendo a caminar por el barro conmigo, un día de lluvia, a mirar a los gansos nadar en las cunetas de nuestro barrio. Y más , y más... 
  En fin, sepan comprender mi emoción, ahora sí, les comparto sus letras y una parte de su mundo, la más triste, pero hubo otras... QUE SE SEPA!


Abisal

Soy como esos muertos
que no yacen en una tumba fría,
soy de aquellos que tienen el alma muerta,
y sobreviven todavía.
 
Vacío cual un abismo
que el viento sin cesar socava,
noche a noche sufro mi pena,
que se acrecienta y no acaba.
 
Mar bravío que no calma,
sueños mios que naufragan,
torrente que me embriaga
de nostalgia y soledad.
 
Me alegro de ser mortal
pues el sufrimiento termina,
tal vez cruzar el humbral
me de paz definitiva.
 
Solo el alma conoce
lo que yace cerca del corazón
ella sabe de mis afectos,
ninguna enfermedad es peor,
para un hombre sensible,
no estar alegre de su yo.
 
Como el rayo que hiere la tierra
mi destino oculto me lacera
y al buscar la luz que me guía
pregunto: por qué se me condena
a caminar en las sombras,
bajo un sol de medio día?
                   
                     Juan Silvani

martes, 6 de noviembre de 2012

La voz, maravilloso instrumento para hacernos oir.

 Y en este espacio para las letras, en este lugar donde hacen eco las palabras, se vuelve necesaria la presencia sonora del maravilloso instrumento que traemos, como un tesoro milenario, junto con la inteligencia y la emoción. Caudal que fluye sereno en un arrullo, que envuelve en caricias con una canción, que engendra tempestades y tensa las cuerdas cuando la gobierna la ira, la bronca, o el dolor.  La voz...que trae consigo un abanico de entonaciones, timbres y tonalidades, trae consigo también significados.
 Y para hacer presente a la voz, que estaba ya contenida en las letras y que sólo necesitaba que una mirada la leyera para materializarse en una mente, (porque las palabras y la voz están tan ligadas que hasta pensamos en imágenes acústicas) elijo en esta oportunidad que escuchemos la voz del inspirador Eduardo Galeano, que justamente viene a hablarnos del derecho de soñar otro mundo posible. 
  Me interpelan sus palabras, sus ideas, su pensamiento... pero es un placer adicional escuchar su voz, su relato con sus pausas, su calma... su severidad y firmeza.
  Me gusta este hombre especialmente por su particular modo de expresar su ideología política, humana, haciendo un uso hermoso del lenguaje y la poesía. 

Gracias Galeano por invitarme a pensar siempre!